martes, 15 de abril de 2014

El Día en Que Los Sentimientos Jugaron a Las Escondidas

Cuentan que una vez se encontraron en algún lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades  humanas.


Cuando el aburrimiento comenzó a bostezar por enésima vez, la locura, con sus locuras de -siempre, le propuso a todos: ¡Juguemos a las escondidas! La duda levantó una ceja y la curiosidad, que no supo como contenerse, preguntó:

¿Escondidas? ¿Cómo se juega eso?


- Es un juego -  explicó la locura  -  en el que me tapo los ojos  y cuento hasta un millón, y ustedes se esconden.

Cuando termine de contar,  los encuentro a todos.  Y luego, al primero que encontré le toca buscar.


El entusiasmo bailó con la euforia y la alegría saltó tanto que convenció a la duda y a la apatía, que nunca se interesaba por nada. Pero no todos quisieron jugar.  La verdad decidió no esconderse,  ¿Para qué? Igual al final siempre la descubren.
La soberbia dijo que es un juego estúpido (pero lo que más le molestó fue que no fue su idea) y el miedo decidió no arriesgarse.


"Uno, dos, tres…."  Comenzó a contar la locura.




La primera que se escondió fue la pereza, que se metió tras la primera piedra que encontró.


La fé subió al cielo y la envidia se escondió bajo la sombra del éxito, que con muchos esfuerzos, se había  subido a la cresta del  árbol más alto. La generosidad casi no pudo esconderse, ya que cada lugar que encontraba  le parecía apropiado para cada uno de sus amigos… "¿Un lago transparente?, ¡perfecto para la belleza!  ¿Un agujero en un tronco?, ¡Perfecto para la humildad!, ¿tras las alas de una mariposa? ¡Perfecto para la sensibilidad! ¿una brisa ? ¡Perfecta para la libertad! Y así, la generosidad encontró un humilde pero apropiado lugar bajo  un rayo de luz solar.


El ego, en comparación, encontró un excelente lugar desde el  principio, grande, ventilado, pero solo para el mismo.


La mentira se escondió en lo profundo del mar (pero la verdad es que se escondió tras un arcoíris).  La pasión y el deseo se escondieron en el centro de un volcán y el olvido olvidó incluso  donde se escondió.


Cuando la locura contó 999,999 el amor todavía no había encontrado donde esconderse porque todos los lugares estaban ocupados.  ¡Millón! Gritó la locura y comenzó la búsqueda. Al primero que encontró fue a la pereza, unos tres metros de él, bajo una piedra, luego escucho a la fé que estaba discutiendo con Dios sobre la zoología y a la pasión y el deseo, haciendo temblar los volcanes. De repente apareció la envidia y así pudo encontrar también al éxito. Al egoísmo no fue necesario buscar, él salió solo de  su escondite que era un nido de avispas.




De tanto que caminó, la locura se sintió sedienta, asi llegó al lago en donde encontró a la belleza.  A la duda fue fácil encontrar pues la encontró sobre una cerca sin poder decidir de qué lado esconderse. Y así encontró uno por uno a todos, al talento entre los tiernos brotes de las plantas, a la angustia en una oscura cueva, a la mentira tras el arcoíris e incluso al olvido que había olvidado que estaba jugando a las escondidas.


Solo el amor no aparecía por ningún lado. La locura buscó atrás de todos los árboles, bajo todas las piedras, en las cimas de las montañas y ya cuando se iba a rendir, vio un arbusto de rosas y comenzó a mover sus ramas.  De repente, se escuchó un terrible grito de dolor; las espinas de las rosas habían lastimado los ojos del amor…. La locura no sabía qué hacer para disculparse: Lloró, suplicó, pidió perdón, pero al ver al  amor que había perdido la vista y que por su culpa el amor había quedado ciego, la locura se sintió muy mal y le prometió  ser su compañero para toda la eternidad.




Y así, desde entonces, en que se jugó a las escondidas por primera vez en el mundo, "EL AMOR ES CIEGO Y VIENE ACOMPAÑADO DE LA LOCURA".


Así que ahora ya saben porque hacemos locuras de amor.

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